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Germán Estrada Fricke

Muestra de obra/ German Estrada Fricke

Actualizado: 5 jul 2021


Fotografía: Pamela Alvarado-Alvarez (Serie A través de mi ventana)


El sueño de la muerte


Exactamente ahora

bajo este cielo,

viendo fijamente algo,

un hombre muere.

Es o pudo ser

amigo de alguien,

fue o pudo haber sido

un pieza clave

en alguna historia.

Llevó o deseó llevar

consigo un secreto, un misterio,

un recuerdo, una memoria,

una respuesta en la

que se mezclasen

sus sueños, sus miedos,

su orgullo, sus deseos

más abyectos y silenciosos.

Un hombre muere

y una cadena infinita

de hechos y promesas

se rompen

transformándose en

el principio de otro fin.

Hay calles como trampas,

hay ciudades luminosas

como sembradíos de maravillas

hay cosechas abundantes

de muerte y riqueza

que esperan ser segadas.

Hay en cada vida

una guerra sin tregua

en la que nadie

cantará victoria.

La muerte,

forma dentro de la forma,

pretexto, causa y motivo

para ir por ahí

diciendo a cada hombre:

Bebe tu nombre y linaje,

come de tu cuerpo

y de tus hijos

que no serán,

ama el poema

que sin saberlo

y en lengua extraña

escribieron tus pasos

por la tierra.

Ser,

ha sido siempre,

la única prueba

de que nada existe.


Triunfo del caos


En la feroz maraña del bosque,

en las olas que se mecen,

en las espigas de trigo maduro

barridas por la brisa de verano,

en el vuelo apresurado de las golondrinas,

en los caudales que se despeñan

violentamente al vacío,

en el centro del fuego,

en el ojo del huracán,

en el diseño anómalo y perfecto

de los árboles, las piedras y

el pelaje de algunos animales,

en la violencia sin medida

de la luz existiendo

por medio de la destrucción sutil,

en la guerra, en la poesía

y en el amor que nos promete

liberarnos de la esclavitud

del tiempo y la muerte,

en la memoria y simultáneamente

en el más grande olvido

se va escribiendo la historia

del triunfo del caos en el universo.



La palabra lluvia debe caer como la lluvia


La palabra lluvia debe caer como la lluvia.

Y la palabra cielo debe flotar

al rededor de las aves y los astros.

La palabra tiempo debe venir

desde la lejanía sin memoria

detenerse como un instante

durante toda la eternidad.

La palabra vida brota en un alto manantial,

se despeña entre acantilados,

se estremece y convulsiona,

se apacigua y es vadeada.

Alimenta y transporta su caudal

con poderío , violencia y ternura

hasta llegar al mar.

Se hace ola, espuma y estallido.

Desde el horizonte se levanta

como una venganza insaciable

que retorna una y otra vez

hacia las altos glaciares y cumbres,

para volver a escurrir

en la rueda del destino.

Las palabras amor y muerte

no deben ser dichas

porque no son palabras



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