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Gonzalo Bizama

La sociedad del pavor/ Gonzalo Bizama

Foto: Manuel Morales Requena



          Siempre será difícil no solamente luchar sino vivir en la sociedad del pavor. Una serie de condicionamientos conscientes e inconscientes limitan la capacidad de asombro, de “darse cuenta” o reflexionar, porque son muchas las trampas y los engaños de los que se vale la clase social en el poder para eternizarse en su dominación. Más aún cuando este proceso lleva siglos de puesta en práctica. Foucault, el sociólogo estructuralista (u “ontólogo crítico” como se denominaba  a si mismo) afirmaba que… “Cuantos más delincuentes existan, más delincuencia existirá, cuanto más delitos hayan, más miedo tendrá la población y cuánto más miedo tenga la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial”. Una cita que cobra pleno sentido y plena vigencia en el Chile de hoy,  de otro modo no se explicaría como en sus noticieros estelares y con lujo de cobertura, los delitos ocupan el 90% de todo el contenido editorial, todos los días y durante todo el año, prácticamente una franja  publicitaria sin límite y gratuita para la delincuencia. El miedo es caro pero tiene sus réditos  ¿Se fijan que los dueños del Poder, jamás hablan (como lo hacemos nosotros) de desarrollar o mejorar la Educación, la cultura, de fortalecer la salud, de cuestiones sociales elementales de interés público? Lo que demuestra que para la clase poseedora, la sociedad es perfecta, es la ideal, un análogo de la República de Platón, no hay que agregarle ni quitarle nada, lo único que hay que hacer es protegerla y resguardarla. La sociedad del pavor es una sociedad fuertemente atrincherada, un reducto fortificado donde lo único realmente importante es "La Seguridad", un baluarte donde todos son sospechosos de querer asaltarlo, pueblo, trabajadores, mapuches, intelectuales, inmigrantes, mujeres, etc. Pero para su defensa estratégica cuentan con un fármaco que van suministrando por dosis, un veneno donde a veces inoculan la ponzoña y otras veces el antídoto. Violencia-represión, represión- violencia, y así sucesivamente. Sin duda, la sociedad de la burguesía (o sea, del  actual capitalismo neoliberal) ya se olvidó o no quiere recordar que durante la Revolución francesa también accedió al poder mediante la violencia armada y el Terror y el Gran Terror (en nuestro país a partir de la Independencia en 1818) pero además de su amnesia hipócrita, se volvió maestra en todas las estrategias y artimañas  para mantener y conservar el poder a lo largo de estos siglos. Olvidaron expresamente  (o en su ignorancia nunca lo supieron) que "la Nación reunida en Asamblea no puede recibir órdenes" (Siegés), que era la base de su filosofía política cuando accedieron al poder como clase burguesa, en detrimento de la aristocracia y  de los reyes. Como nadie, hegemonizaron el monopolio de las armas y la violencia, criminalizando a todos los demás.

 

            Para la alta burguesía, los violentos somos los subalternos, aunque su formato de sociedad se base en la explotación, la rapiña y toda clase de arbitrariedades. Pero no  vamos a descubrir ahora el “valor” del miedo como factor de control y manipulación social. En todas las sociedades de clases (o sea, en todas las sociedades explotadoras donde una ínfima minoría oprime a la gran mayoría), el miedo es un arma secreta que es administrada desde los círculos más altos y centralizados en el estado, normalmente desde los “servicios” de inteligencia y seguridad de los aparatos armados, que son las expertas en dar muerte tanto los enemigos internos y externos. Desde allí es que se planifica y se difunde el miedo al resto de la sociedad, siempre ha sido igual existiendo la explotación de una clase por otra.. No es por nada que en la sociedad esclavista los romanos no crucificaban a sus enemigos políticos en montes aislados y apartados como lo muestran las películas de Hollywood, sino que lo hacían en el llano, en los caminos y en las puertas de las ciudades amuralladas. Infundir terror, ese era el plan y comprometer políticamente a los habitantes con una adhesión estricta. Ojalá que los viajeros que entraban o salían de la ciudad, dieran rienda suelta a sus bajos instintos, golpeando, escupiendo o escarneciendo a los condenados. Estás con nosotros o contra nosotros. Lo mismo en la ya cristiana sociedad feudal, cuando los señores colgaban a sus enemigos enjaulados en los cruces de caminos, para que muriesen de frío, sed o hambre y condenados a ser vistos y humillados por los campesinos y los siervos de la gleba.  Ni que hablar de la Conquista de América donde para "civilizar" a los pueblos originarios, el empalamiento, la amputación de brazos, narices u orejas, la quema en la pira y otras linduras se utilizaron profusamente para doblegar por terror. Terrorismo de estado, siempre, vaya.

            En el capitalismo no es distinto. Por supuesto que la desaparición forzosa, el secuestro, la tortura en recintos ocultos y secretos infunden pánico entre los obreros, pero no siempre se puede eternizar la dictadura de los militares porque también podría ser muy peligroso y contraproducente para la clase dominante (el miedo mal suministrado puede transformarse en rebelión) y se da paso, mejor, a la "Democracia" (burguesa, por supuesto, es decir a la opresión legalizada y parlamentada sobre los trabajadores). Entonces esas estrategias también necesitan permanentemente estarse actualizando. Ya pasó el momento de la intervención directa de las fuerzas armadas, de sus asociaciones ilícitas represivas, de la violación flagrante de los derechos humanos, ahora ellas están actuar sólo para la contingencia, como para los estallidos sociales, por ejemplo. El papel del terrorismo diario, tedioso, sistemático, cotidiano, la "pega sucia", la realiza un estamento social subproducto de la propia sociedad del capitalismo neoliberal, "la delincuencia". ¿O son meras casualidades el trasiego sistemático  de armas “institucionales” a los delincuentes? ¿O las intercepciones telefónicas captadas entre ambos bandos? ¿O la participación frecuente y directa de oficiales y tropa en actos delictivos de distinta envergadura desde asaltos, estafas o apropiación indebida de recursos? ¿O las operaciones policiales fraudulentas conocidas como tongos o montajes, como la Operación Huracán, por ejemplo? No vamos a venir a descubrir ahora que la introducción narco en Chile la hizo el mismo dictador para someter a barrios obreros combativos y poblaciones completas. Supongo que todos estamos al tanto que la cocaína se producía hasta en FAMAE, que era distribuida por el ex- marine Iván Barandyka  y por Monzer Al-Kassar y los envíos a Europa se estuvieron realizando hasta el 2015, bien entrada la "democracia", según cargamentos descubiertos en Suiza ¿ O no fue así?

 

       En fin, nada de la sociedad chilena de estos días puede explicarse si no es a partir de la doctrina Maquiavélica del poder, no sólo por lo de que el fin justifica los medios sino por lo de que "el mal se hace todo junto y el bien se administra poco a poco". Más aún, la estructura societaria interna es bastante básica y sencilla. Una élite concentra los medios económicos, el ingreso, las comunicaciones y  ha secuestrado el instrumento más importante en la producción y administración del terror: el aparato del estado. Ninguna de los últimos eventos políticos se podría analizar sin la participación del miedo en la sociedad del pavor. La histórica revuelta social del año 2019, fue intervenida y distorsionada por provocadores y agentes profesionales del estado para causar terror (Mucha técnica de infiltración se utilizó por parte de los organismos estatales para causar conmoción, además del asesinato y la mutilación directa) la Convención Constituyente que resultó de la protesta del  pueblo (jamás la élite política se habría propuesto modificar la Constitución, más aún, lo consideraban un fumadero de opio. Si no hubiese sido por la histórica lucha del pueblo, el tener una nueva Constitución jamás se lo habrían planteado), la Convención... decía, fue denigrada e injuriada a más no poder, difundiéndose la especie que Chile se iba a desintegrar en pedazos a partir de la soberanía de sus numerosos pueblos, o que la propiedad de los bienes (no de los grandes medios de producción) sino que los bienes privados como un vehículo o un departamento o una  casa iban a ser expropiados por el estado, etc,etc. Patrañas burdas y básicas anticomunistas de todos los tiempos, que engañó al sujeto  a-histórico creado por la sociedad capitalista del pavor; el trabajador desclasado y aspiracional en la sociedad burguesa.

 

            En todos estas coyunturas, en todos las votaciones y procesos electorales, el crimen y la delincuencia campearon a sus anchas (Todavía no se sabe quién quemó el Metro, hoteles, multitiendas, la Iglesia de Carabineros...etc, etc.). Por supuesto que el tema de la seguridad - convenientemente manipulada - influyó en inteligencias y espíritus desinformados. Al parecer, sectores “progresistas” carentes por igual tanto de conocimientos como de autocrítica… parece que nunca supieron de “La ideología alemana” de  Marx y Engels, la obra que marca la ruptura definitiva entre la filosofía idealista y la filosofía materialista: "Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes...". 

            ¿Realmente esperaban resultados distintos frente al monopolio de todos los medios de información, comunicaciones, coerción económica, y por si fuera poco (y además) del miedo y la violencia? Que básico y que ingenuo. El culto al dinero y al individualismo, peor aún, su adoración cuasi religiosa; el reconocimiento del “éxito económico” como meritocracia, el enaltecimiento del tener por sobre el ser, la criminalización de la pobreza,  por supuesto que han hecho mella sobre los trabajadores y su auto reconocimiento como clase social. Ese machaque diario, más las dosis consabidas de miedo y violencia dejan las cosas en su sitio… “como corresponde”.

 

            Para finalizar, podría adjuntarles decenas de reflexiones, enseñanzas, lemas y consignas concebidas por la clase obrera y el proletariado durante siglos de lucha en todo el mundo, pero como la dueña de la sociedad, de “La sociedad del pavor” es la burguesía, se lo voy a decir en los términos que ella misma acuñó en los días revolucionarios de 1789, a ver si alguna vez reconoce su hipocresía e incoherencia….”La meta de toda sociedad es la felicidad común”, o bien, “Un pueblo en estado de revolución es invencible”. Eso nada más. Gracias.



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